
El desembarco, ciertamente alienígena para muchos de nosotros, de la tecnología en el mundo del fútbol es hoy en día un hecho consumado.
No tengo dudas: parafraseando el título de la novela de John Wydman, ha llegado el día de los futbits. El desembarco, ciertamente alienígena para muchos de nosotros, de la tecnología en el mundo del fútbol es hoy en día un hecho consumado.
Al parecer, se trata del deporte con más seguidores a lo largo y ancho del planeta, ya que se estima que aproximadamente la mitad de la población atiende de alguna manera a los devenires de este juego de ascendencia británica y alma multiétnica y globalizada. Aunque le ha costado, como buen deporte tradicionalista, al fin ha integrado en su devenir las últimas técnicas de vídeo-análisis digital, prospectiva virtual, tecnología de materiales, gadgets... Donde antes sólo había humanos ahora existen los futbits, esos seres que bien podría haber ideado Wydman (sus trífidos actuales), que han sabido adaptarse al medio, copándolo con una metavisión del propio deporte, haciéndolo trascender del mero juego a otro estadio dentro del propio juego. Pero no sólo ahí, sino en los vastos márgenes que lo rodean, que amplían las disciplinas y el negocio que ceban aquellos que corren detrás de la pelota. Los futbits llegaron para quedarse, superviviendo en un medio analógico hasta hace unas fechas, escaneando, hilando con terabytes capas y más capas de contenido y programando alrededor del deporte rey con polvo de hadas.


El fútbol se moderniza
Si el bueno de Wydman escuchara hoy en día las tertulias de pub en su zona natal de Birmingham con toda probabilidad quedaría ojiplático escuchando términos como VAR, fotocélulas, mapas de calor, clubes que cotizan en bolsa, plataformas de análisis digital, tablets, código QR de la quiniela, pinganillos, App’s, fantasies, etcétera. Se preguntaría de qué están hablando sus paisanos y, seguramente, ante la nada remota posibilidad de que unos alienígenas hayan manipulado y controlado a sus congéneres, miraría de reojo si las salidas del local están expeditas. Una locura si viste jugar a Cruyff, Best, Aragonés… incluso Sócrates o Arconada. Las nuevas tecnologías se nos han convertido en parte de la fotografía rutinaria del propio fútbol. Ya no nos extrañan, no nos deja boquiabiertos una repetición casi en tiempo real con infografías superpuestas y datos actualizándose “en vivo” o el escuchar en los noticiarios acerca de la última ampliación de capital que han aprobado los accionistas del Manchester United y la subida porcentual en el mercado bursátil de las acciones del Benfica tras el anuncio de la próxima venta de su estrella de turno. ¿Sabes? Me gustaría leer de la pluma de Umberto Eco un apéndice en una reedición de su “Apocalípticos e integrados” y el análisis de este caso concreto. La semiótica de todo este mundo tecnificado del deporte es casi como analizar la versión cyberpunk (o steampunk, según se mire) de una obra decimonónica o una versión abstracta y posmoderna de algún clásico de Delacroix o Géricault.
Las nuevas tecnologías se nos han convertido en parte de la fotografía rutinaria del propio fútbol
Las nuevas tecnologías y la era del futbit
Globalización, negocio y tecnología: Corre, corre, que te van a echar el guante, que se decía allá por el año del Mundial de fútbol de Naranjito en España. Todos son elementos indispensables de la fórmula alquímica que ya es parte de cualquier mercado si no quieres anquilosarte y enmohecer lentamente hasta desaparecer. La tecnología consigue que el negocio se amplíe, diversifique y a la vez se globalice por necesidad, lo que retroalimenta la implementación de nueva tecnología para abarcar las nuevas fronteras y volver a expandirse y derivar en nuevos procesos de negocio, creando un nuevo ciclo fractal.
Y ahí es donde entra ese humano adaptado, el futbit, el actor que crea, desarrolla y consume fútbol además de lo que rodea al propio deporte. Es la medida en la que se mide el desarrollo del fútbol, su actualización y éxito. Si los futbits prosperan y se reproducen en el entorno, lanzando zarcillos que aglutinan nuevas estructuras, haciendo brotar una arcología moderna y sostenible… Entonces es cuando puedes dar por sentado que ha nacido la era del futbit. Más adelante, en un futuro cercano o lejano como la galaxia de Lucas, reflexionaremos si los futbits han podido sobrevivir o se han devorado en un ímpetu que destruye su propio medio por alta densidad, explotación incontrolada de recursos, recreación de plagas o mero hastío (¿te suena de algo?). El futbit ha dejado obsoleto el término 2.0 como nos suenan de otra época incluso los términos que hace nada eran su entorno: megapíxel, pantalla plana, led, dolby surround, IP, Pentium, @, router, wi-fi, iPhone...
Por eso mismo, porque la Era del Futbit está aquí y es 3.0. Igual que hemos de acostumbrarnos al VAR, las luchas intestinas entre organismos y clubes por los formatos de competición, un Mundial en invierno o los drones sobrevolando los estadios, ve empezando a familiarizarte con términos como blockchain, NFT criptotransacción, VPN, red bitcoin, etc. Las nuevas aplicaciones relacionadas con el fútbol van en esa dirección, la que marcan los futbits.
No estás sol@
¿Que suena complicado, ininteligible? Tranquil@, para eso están también los futbits, para enseñarte, formar y lograr que la incomprensible verborrea se traduzca en actos y conceptos al alcance de todos. De eso se trata, de reproducirse como los trífidos de Wydman, de ganar para la causa nuevos futbits y perpetuar el ciclo hasta el nuevo ecosistema 4.0 y más allá.